martes, 15 de marzo de 2011

SUEÑOS...


SUEÑOS



Me dormí ensimismada en la liberación que siente mi alma
al estar frente al mar. Necesitaba sentir esa majestuosidad
que me sitúa y me orienta en el espacio dentro del mundo
donde coexisto. Respire profundamente como si pudiera sentir
ese aroma peculiar que envuelve y refresca la piel como el
rocío sobre los pétalos de una flor.
Esbocé sobre el lienzo de la oscuridad el ondulante movimien-
to de las aguas, el romper de las olas… y en ese vaivén,
me perdí en el inmenso e intenso líquido azul.

Una suave y húmeda brisa me despertó al rosar mi cara.
Adiviné tu presencia en la sombra que me cubría y al levantar
mis ojos,tu sonrisa complaciente me esperaba… en tus ojos
brillaba la alegría,y un sol radiante nos regalaba el calor
de un día prodigioso.

Extendiste tu mano redentora y me levantaste para alzarme
como si fuera una niña entre tus brazos… y me aferré a ti,
a esa realidad soñada, tan ansiosamente esperada,de sentirte .
¡De tenerte junto a mí!
Deslizaste mi cuerpo por el tuyo mientras mis labios
descendían anhelantes en busca de tu boca para esfumar
en ese contacto íntimo y placentero, tu ausencia.

Descalzos fuimos dejando las huellas de nuestro andar sobre la
arena húmeda,mientras los cálidos rayos del sol nos doraba
la piel. De tu mano y en silencio orillamos el agua que sigilosa
y chispeante nos alcanzaba y acariciaba con su blanca espuma.
Corrimos como dos niños desprovistos del peso de la vida
y de las cadenas que atan, ligeros como dos gacelas sobre la
pradera. ¡Cuánta dicha palpitaba en nuestros corazones!
¡Juntos, frente aquella inmensidad!
Tus ojos tenían el reflejo de la inocencia escondida… la
ternura guardada afloró en tus manos para acariciar mi
cabello despeinado por el céfiro de la mañana.
Nos abrazamos girando en un carrusel de emociones,
las tuyas y las mías fundidas en ese instante único y supremo.

Luego de rodillas uno frente al otro, tomaste mis manos
entre las tuyas y las llevaste hacia tu pecho, con tus ojos
perdidos en los míos me dijiste:
Serás…
¡Mi universo de hoy hasta siempre!
¡Luna de mis noches más brillantes!
Serás la estrofa perfecta del amor…

Las perlas que brotaron de mis ojos ya no tenían sabor a
tristeza ni amarguras… sabían distinto, ¡casi dulces!
Murmuraste,mientras tus labios una a una las recogían con
esa ternura infinita que emana desde el fondo de tu corazón
enamorado.

¡Cuántos sueños se hacían realidad en ese sublime momento!
Y ahí, frente al mar, de rodillas, elevamos al cielo una plegaria
a la mano divina que nos unía… y sin campanas ni azahares
sellamos con un tierno y dulce beso,¡Nuestro gran amor!



Irene Vergara
18 de febrero 2011


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