viernes, 18 de marzo de 2011

INTROSPECCIÓN II





INTROSPECCIÓN II



Ayer me reencontré en el espejo con una mujer diferente;
creo que hace mucho que no la miraba con detención.
Vi en su mirar apagado, el desencanto,
¡ cansancio del alma diría yo!
del hastío que envuelve la rutina, la soledad.
De ese tiempo tan vacío desperdiciado
entre la materia inerte que nada brinda…
mi boca parecía haber perdido la sonrisa
en algún socavón de esas tristezas que da la vida.

Pero hoy, al levantar la mirada,
un brillo en sus ojos la hacía diferente,
como si su alma emergiera hacia la luz, esa luz que esperaba…
la que alumbrara los rincones lúgubres de su ser
y le abrigara el corazón para volver a renacer.

Sólo me entristece no poder devolverle a su piel, la primavera
el tiempo deja huellas profundas, surcos de vivencias, tempes-
tades y sequías, cicatrices del alma que se traslucen…
en el otoño de su mirar.

Deja que beba de tu fuente para que florezca su desierto,
y se llenen los surcos como ríos de esperanzas
que converjan a la fontana que reblandecerá el lodo endurecido
que la cubre, para que emerja inmaculada para ti.

¡Oh, pobres manos que fueron blancas! ¡Mustias y deslucidas!
Se volverán terciopelo para entregar la caricia agradecida,
la caricia guardada en el cofre del olvido,
enrojecidas por el gélido desamparo en que un día se quedaron.

Vístela de princesa, bórdale la ternura en la piel con tus caricias,
arrúllala con palabras o con alguna canción,
para que se sienta reina de tu corazón.



Irene Vergara
Derechos de Autor

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