Serie Medieval







NOBLE CABALLERO



Mi corazón lacera tu tardanza,
el tiempo dilatado pasa lento,
mi voz enamorada no te alcanza.
¡Tu nombre es mi alimento y el aliento!


Mi lánguida mirada surca el cielo
con la dulce esperanza del regreso,
y darte en un abrazo un tierno beso
que compense el exilio, ¡es mi anhelo!


¡Oh, noble caballero de ojos claros!
Galopa las llanuras y colinas,
en mi oración suplico los amparos
si encuentras a tu paso sarracinas

¡Venid pronto a mis brazos, caballero!
Ávida de tus besos yo te espero.


Irene del Carmen Vergara






NOBLE CABALLERO II



Señor, tú me dejas enmudecida,
estos hermosos versos que traspasan
tan dulcemente mi alma compungida,
sueñan por un instante que me abrazan.

Esbozo cabalgando tu figura
entre un frondoso bosque florecido,
buscando entre el follaje la aventura
del sentir que florece agradecido.

El cariño sincero te agradezco,
seguro es, que yo también te preciso,
de saberte lejano yo entristezco.

El decir, Caballero, es muy conciso
para tan larga espera que adolezco,
Hoy, con vuestra misiva, ¡Yo me iriso!



Irene del Carmen Vergara







NOBLE CABALLERO III



¡Cómo quisiera a veces,
en un soplo surcar el firmamento!
¿Serán insensateces?
¡Quizá alucinamiento!
Pensarte tan lejano es un tormento.

Tenerte es mi sustento
en aquellos instantes deplorables,
de mi triste lamento.
Noches abominables
de dolores a nada comparables.

Quisiera refugiarme
en el cálido abrigo de tu pecho,
contigo abandonarme
en el templado lecho,
mirarte complacido, satisfecho.

Oh, Noble Caballero
¿Por qué esta cruel distancia duele tanto?
Es triste, ¡desespero!
La pena estalla en llanto,
no verte, no tocarte ya es quebranto.

¡Quiero ser golondrina!
emigrar hasta tu alma enamorada,
la mujer peregrina
de tu decir prendada.
¡La que ama! la que espera ilusionada.


Irene Vergara
Junio 2010





NOBLE CABALLERO IV



¡Decidme por piedad
mi Noble Caballero
¡Es vuestro andar ligero
lo que me priva de vos?
De tu dulce grafía,
que llena mis vacíos
si tengo desvaríos
pensar que es un adiós.


Corre tan lento el tiempo
esperando el sustento
que alivie mi tormento.
¿Por qué tardáis Señor?
Para estar en tus brazos
y amarnos con locura.
¡Yo pierdo la cordura!
¿No comprendéis mi amor?


Urge vuestro cariño,
mi corazón te llama,
mi boca te reclama,
¡Tenedme compasión!
que mi alma muere lenta
sin tener tus caricias,
es brutal injusticia
no verte , ¡Es abnegación!


Decidme dos palabras
tan sólo eso os imploro,
¡Un te quiero yo añoro!
Que mitigue el dolor.
Decidme dos palabras
que acallen mi sufrir
y tu ausencia admitir
Sólo di… ¡Te amo, Amor!



Irene del Carmen Vergara






NOBLE CABALLERO V


LA RESPUESTA


Mi alma se eleva encantada
con el decir enunciado
¡Cuánta dicha!
Trae la misiva enviada
¡Os sentía tan alejado!
¡Que desdicha!

Pero ahora, siento en el pecho
cómo mi corazón late
complacido.
Tus palabras son un hecho.
¡Que mis dudas desbarate!
El cumplido.

Duele tanto la distancia,
estabais tan abismado
en porfía
Y yo tan sola en la estancia,
pensando en vos, bien amado,
¡Que sufría!

¡Oh mi Noble Caballero!
¡Cuánto os extraño! ¡Tus besos!
¡Tu calor!
¡Tanto! que así vocifero
los deseos inconfesos
de este amor.

Más sustento la esperanza
¡Volver a estar en tus brazos
para amarte !
Venceré vuestra tardanza
soñando con los abrazos
que he de darte.



Irene del Carmen Vergara





NOBLE CABALLERO VI


EL ANILLO



El anillo que llevo como ofrenda de amor,
señal que comunica directo al corazón.
¡El círculo de vida! ¡Es el símbolo de unión!
Que tan íntimamente me enlaza a vos, Señor.

Reafirmo al llevarlo, voluntad de fusión.
Amar sin limitación, con amor inmortal,
con la benevolencia de mi querer total.
He sido destinada gloriosa, ¡A vos Señor!

Como el sol y la luna, como signo alquimista
del hombre y la mujer, misteriosa afinidad
para vivir felices, con proceder altruista

Os digo, Mi Señor, ¡Con mucha hilaridad!
Que le espero con ansias, deseosa, optimista
para reunirme con vos hasta la eternidad.





Irene del Carmen Vergara


NOBLE CABALLERO VII


LA ESPERA



Perdida la mirada en aquel camino
desde mi balcón miro, sumida, triste
¡deseo tanto verte! Quieta alucino
con el amor inmenso que concebiste.
Mi Noble Caballero
dulce pena a vos confiero,
¡Por tu tardanza desespero!


Amarte con lujuria yo he imaginado
recorrer con mis manos tu cuerpo entero
marcando sutilmente un tenue trazado
para llegar al néctar que dulce ingiero
¡Cuánto os he deseado
con este amor abnegado!
que en el pecho sobrevive ahogado.


Con tu pronta llegada yo me alucino
emerger galopando de la espesura
y correr al encuentro en aquel camino
que clemente nos una en esta aventura
Que lleguéis pronto, ruego
mi caballero andariego
para que acabe el desosiego



Irene del Carmen Vergara







EL CABALLERO Y YO



Despiadada distancia que de vos me separa,
socava la esperanza que se anida en mi pecho,
¡Siento vuestro amor perdido! El corazón deshecho
por esta larga ausencia que quisiera acabara.

Es mudo este silencio que enmarca mi tristeza
y grande es este agobio de no poder tenerte,
se vuelve pesadumbre y me lleva hasta la muerte,
amarte y no tenerte me llena de braveza.


Un sueño maravilloso eres vos en mi vida,
de encontrarte, mi señor, estoy agradecida;
eres luz , esperanza y fe en mi senda florecida
y llevo aquí en mi pecho la promesa encendida.

Perdido afán el mío que la distancia hiere,
va marchitando el alma , demasiada felonía
es quebranto del llanto, ¡No verte una agonía!
Pavor le tengo al miedo que de mí se apodere.


Cerrar mis ojos quiero y volar al paraíso,
aferrarme a tu pecho y fundirme en un abrazo
uniendo nuestros cuerpos atados con un lazo,
¡Con cuerda indestructible sellar el compromiso!

¡Hermosa y dulce niña! ¡Razón de mi existir!
¡Candor y primavera! En mi pecho la alborada,
en sueños la quimera de rosa perfumada,
el amor que yo esperaba para poder vivir.


Mi noble caballero, motivo de mi alegría
y la causa del dolor que por tu ausencia siento,
pero en la larga espera ¡Jamás abdicaría!
aunque cada nuevo día me llene de tormento

¡Ya no puedo dejarte! ¡No! No quiero más llantos,
en tanto mi corazón se aferre a tu blanca alma,
si llenas mi cuerpo con tu boca y tus encantos
si tus labios me besan, mi corazón se calma.

De tu dulce palabra y de tus versos yo me lleno,
mi corazón se colma de tu deliciosa labia.
Más yo, mi bien quisiera llenarme de tu savia,
de la fuerza de tu alma de espíritu sereno.

Tu vientre se encenderá con llamas de mi fuego,
¡Te llenaré de savia! Seré una lava en tu piel
recorriendo tus montes como un deseo ciego,
como lluvia en el desierto impregnando tu vergel.


¡Venid pronto os ruego para calmar mi sed de ti!
hace tanto que os espero, que ya no soporto más,
¡Es tanta la soledad que se apodera de mí!
¡Ven, quédate por siempre, no me dejes jamás!

Ya no está muy lejano el día que tus blancas manos
gélidas de caricias de mí se queden llenas,
y que un deseo intenso te corra por las venas
y en sagrado rito nos amemos muy ufanos.


¡ DIOS ilumine tu día, como tú mi vida!
que la luz alumbre tu camino a mi morada.
Ámame eternamente, deja mi alma prendida
eternamente a la tuya, por siempre encadenada.


Irene Vergara / Mario Alberto Matuz
Derechos de Autor
2010