sábado, 26 de noviembre de 2011

TANGO



TANGO


La velada ya moría cuando me encontré con tus ojos brunos,
tu mirada penetrante sacudió mi cuerpo
y un escalofrió me recorrió de pies a cabeza .
Me quedé quieta, sosteniendo entre los dedos
la fina copa de champagne, casi vacía.
¡Aguantando tu mirada que transmitía ardiente pasión!

Te acercaste pasivo, con un andar pausado, seguro;
¡casi felino!
mientras esbozabas en tu rostro una sonrisa cautivante
y sin apartar mis ojos recorrí tu estampa masculina,
¡Adivinando tu robustez!
Extendiste tu mano sin articular palabra alguna,
y me ofreciste una aterciopelada rosa, de rojo matiz.

Y yo… ¡Arrobada!
Tomé tu mano levantándome muy lentamente,
mientras aspiraba tu aroma… esa fragancia misteriosa;
almizcle de sándalo y lavanda que inexplicable me seducía.

Frente a frente sin dejar de mirarnos, sentí el calor de tu mano
en la desnudez del pronunciado escote de mi espalda...
y me arrimaste a tu pecho con ímpetu fascinante…
¡Todo en rededor desapareció entre el humo y las luces de color!
Los acordes de la melodía se hicieron de pronto más intensos,
¡Sólo estábamos tú y yo! ¡Dios!
que fascinación los primeros pasos al son del violín.

¡El roce de mis piernas entre las tuyas!
En cada giro tus manos cálidas me recorrían incitantes,
me abrazabas con tal intensidad que no podía escapar
¡Ni un centímetro de ti!
Tus manos… ¡Oh, benditas manos! que aprisionaban las mías
impidiendo rehusar tu cercanía…
esa proximidad que me subyugaba a tu audacia lentamente,
solo mis piernas se aferraban a ti como serpientes impúdicas,
enrollándote lascivas, al son de la melodía.

Tus dedos sutiles digitaban en el aire mi figura, sin rozarme.
Sentía el calor que emanaba de tus manos húmedas y codiciosas,
mientras soñaba que me recorrían suaves y persistentes.

Y yo…
Yo me quedaba quieta sintiendo tras de mi tu respirar agitado,
que al exhalarlo recorría mi espalda libidinoso
despertando la sed de beber toda tu masculinidad…

¡Oh!!Cuánta lujuria moviéndose sobre el entablado!
Tiraste de pronto la levita al suelo y te arrancaste la camisa,
y al sentir tu torso desnudo aprisionando mis senos,
distantes de tu piel solo por la fina tela del vestido,
sentí desfallecer del apetito que de mí se apoderaba…

De súbito, con arrebato desenfrenado ¡me besaste!
fue un beso prolongado de dos seres que se aman con frenesí,
un torbellino de exquisitas sensaciones me recorrían
presagiando mi absoluta rendición.
y girando lentamente, salimos de aquel lugar
en busca de un refugio donde desatar tan ardiente pasión.

Y al son del bandoneón que lejano se escuchaba,
en esa efervescencia que la noche nos brindaba,
fui mariposa y huracán recorriendo tu piel morena
llevándote al desvarío por mis montes y planicies.

Y tú… ¡Amor mío!

Tú fuiste... la lujuria anhelada en el silencio de mis noches,
Fuiste la sicalipsis de la mujer,
¡Jamás revelada!
 



Irene del Carmen Vergara
Derechos de Autor
 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

ESTIGMAS




ESTIGMAS



Hoy, preparo mis maletas
para emprender el viaje
hacia un nuevo despertar,
modesto es mi equipaje;
pues lo que más valoro
lo cobijo aquí en mi corazón.

En él guardo los días
que afable me brindaste,
y las hermosas alabanzas
obsequio de tu amable labia…
¡Palabras que jamás se olvidaran!

Vestidas llevo las alegrías
con pétalos preservados
los que un día ornaron nuestro lecho
en esa entrega sublime y etérea
de dos almas que se aman.

Tatuadas en mi cuerpo
llevo las caricias de tus manos,
¡Caricias abstractas y divinas!
Esbozos de caminos intangibles
sobre mi piel palpitante de deseo.

Y en lo más profundo guardo
el juramento de alianza
que manifestamos tú y yo
por el amor que entonces nos unía…
¡Sentimiento imposible de borrar!

El silencio de tu ausencia
y las promesas rotas,
¡Sumergidas en el alma van!
Como estigmas satíricas
de mi necia ingenuidad.



Irene del Carmen Vergara
Octubre 2011



viernes, 4 de noviembre de 2011

COMO MARIPOSA...



COMO MARIPOSA...



Como mariposa, llegó a un hermoso jardín
recogiendo el néctar que las flores le entregaban,
y volando las acariciaba en un festín
agradecida de las fragancias que le regalaban.


Florecieron rosas y claveles, y como aviso
despedían exquisitos aromas seductores,
que hacían del lugar un verdadero paraíso
con los hermosos matices de sus colores.


En vuelo, de sus alas dejaba caer furtiva,
una lluvia de fino polvillo para agradar.
¡No faltó quien quiso tenerla en exclusiva!
y cogiéndola el color le quiso arrebatar.


Fue la rosa, ¡más hermosa! de aquel jardín
quien le habló con elocuente pasión,
con sus pétalos de terciopelo rojo carmín
conquistó su magnánimo corazón.


Mas, ella no sabía qué argucia se escondía
en aquella hermosa flor que sutil la seducía
y le concedía vida, belleza y amor.
¡Hoy solo siente en su pecho un gran dolor!


Ya no tiene esa alegría para compartir…
¡Sus alas lucen transparentes sin color!
por la mendacidad, de pena se dejó abatir
todo es silencio y quietud alrededor.


Ahora mira quieta como se mecen las rosas
con la fresca y tibia brisa primaveral,
espera ansiosa la danza de las mariposas
que emerjan a realizar el ceremonial.


Su vida efímera termina con un dejo de tristeza
muere el amor, muere la magia , la ilusión.
¡Volverá a renacer en otro jardín! Con certeza,
donde pueda volver a volar, ¡Libre de aflicción!




Irene del Carmen Vergara
Derechos de Autor
2011

martes, 1 de noviembre de 2011

TRIBULACIÓN

TRIBULACIÓN



¡Me duele tu tristeza!
Me duele no mitigar esa pena
enraizada en tu pecho,
¡Tan enraizada como la mía...!
Maldita, a veces…
añejecida en el alma...
¡Tan tuya...!
Y... ¡tan mía...!

Esa tristeza que nos define
y nos confina.
Esa tristeza que nos lleva
hacia lo profundo,
hacia el vacío... al silencio...
A ese silencio del alma
que a veces surge
como un grito desgarrado.

Ese tormento que no pasa...
que permanece agazapado
esperando manifestarse…
¡Sarcástico…! ¡Execrable!
¡Como una mancha negra
cubre el arco íris de la vida!
Tinta que emborrona tu figura y la mía
en la oquedad de la existencia…

¡Tú buscas un arcoíris...!
Yo… ¡La luz!
Y sólo deseo que en ese andar
nos encontremos en el umbral
y de tu mano ver... ¡el mundo de color!




Irene del Carmen Vergara
2 de Octubre 2011