martes, 20 de abril de 2010

SUÉÑAME...




SUÉÑAME



Suéñame en el letargo del silencio
que te envuelve en el mágico crepúsculo,
donde mi recuerdo te coge y te sorprende,
descubriendo la pasión que te rebosa.

Suéñame asida a la locura del deseo intenso,
en un perpetuo abrazo en que tu piel y mi piel
se deslicen entre las gotas tibias del placer;
hontanar de pasiones de tu alma y la mía.

Suéñame errante entre la penumbra
que te busca ávida, ensimismada...
En el dulce calor que tú me brindas
enardeciendo las ansias de ser poseída.

Suéñame entre el leve toque de tus manos,
aprehendiendo persistente mi talle al tuyo.
Arranca desde mis entrañas el secreto deseo
que se ahoga en el fluido silencioso... impaciente.

Suéñame en el osado roce de mis labios
al filo de tu silueta dibujada por la luna,
procurando gustosa que la fruición suprema
te ascienda como adagio a la complacencia.

Suéñame en cada gemido de tus ansias,
en el sudor que te brota entre los suspiros
que se escapan de tus sueños locos.
Y déjame en tu tibio lecho inmaculado.

Suéñame en el rayo filtrado de la mañana
que se enreda en tu cabello tiernamente
y te acaricia quedo, evocando la fantasía
de despertar y reincidir en el sueño divino.



Irene Vergara
Derechos de autor
Abril 2010

¿DÓNDE ESTAS?




¡DONDE ESTAS?


Te he buscado entre las sonrisas
que a mi paso silencioso encuentro,
en las miradas que me han rozado,
en los rostros flemáticos de mis calles;
en cada esquina que mi soledad dobla,
y en el esplendor de las mañanas.
En la lluvia que moja la calzada…
¡En el murmullo de las olas!
En el susurro del viento al pasar…
y en la dulzura de alguna melodía.

Te he buscado en el camino abrupto
de mi andar errante, desolado;
en cada sitio donde mi alma vaga,
donde mi corazón sueña y divaga
en el mirar indiferente de la gente…
Donde reina la alegría y la tristeza,
en el frío desamparo de los pobres
y la abundancia de los ricos.
En el roce de manos extrañas
inventando la caricia anhelada.


Te he buscado en cada débil destello
que ha vuelto del ayer perdido,
en cada relámpago que aluza mi negrura;
luces que se encienden y se apagan
titilando en el cielo como falsos luceros.
Flores de un día que fueron desencanto,
bellezas gélidas de afecto y ternura.
Te he buscado en cada palabra escrita o dicha
En los versos, en el decir y en el sentir…
Inexorable pasa el tiempo, y yo... todavía,
¡Espero por ti!


Irene Vergara
Derechos de Autor
Abril 2010