viernes, 18 de marzo de 2011

LLANTO DE CIELO





EL LLANTO DEL CIELO




Quieta escucho silenciosa el repiquetear de las gotas
sobre el tejado que me cobija esta fría tarde de otoño,
descubro la pureza del color en el jardín, con cierto embeleso.
Mi mente divaga… y respiro la brisa húmeda que adivino.

Tímidas se deslizan las gotas de lluvia sobre los cristales,
como aquellas primeras caricias recibidas con pudor
que van dejando sutiles huellas de ternura acrisolada,
¡Que jamás, jamás de la memoria se podrán borrar!

Luego caen con intemperancia sobre los pétalos nacientes
sin imaginar que la copiosidad dañara la tersura de la flor,
decolorando la pureza del pigmento con que ha nacido
y sigue erguida, esperando otras lloviznas que vendrán.

Un escalofrío me recorre y siento pesar, la lluvia arrecia;
como un dolor despiadado, grita, se libera y cae…
¡Es un llanto contenido! ¡Cúmulos de tristezas recogidas!
¡Tanta desesperanza repartida en este mundo pululando!

Diluvia… con ímpetu, con fiereza, desgastando el infortunio,
las calamidades que se ocultan tras la mirada resignada.
Limpia el corazón del desolado, purificando el alma
para traer esperanzas nuevas cuando por fin escampe.

Los árboles parecen sollozar cuando la lluvia merma
sacudiéndose las gotas que se aferran para no caer,
y se levantan con la dignidad zurcida, ¡Pero limpia!
como el alivio que siente el corazón atribulado.

Este llanto de los cielos, es el llanto del afligido,
son las lagrimas de la miseria, del abandono…
de soledades, del hambre de amor en el mundo…
las esperanzas mojadas volverán a reinventarse,
mañana un nuevo sol brillará, para volver a renacer.

Y yo… volveré a soñar… a creer, a confiar…
a esperar que se seque mi esperanza hùmeda
y germine por fin ¡una flor!



Irene Vergara
Derechos de Autor


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