Yo quiero la caricia de tus manos
recorriendo mis montes y planicies,
cual roce de céfiros y solanos
con tus manos rasantes, me desquicies.
Yo quiero que tus dedos me digiten
en un rito sagrado y cotidiano,
y hagas que mis deseos desorbiten
con la caricia fresca de tu mano.
Manos de terciopelo, vigorosas
sobre mi cuerpo blanco, sacramente
en pericia de amantes, venturosas.
Yo quiero la caricia sugerente
de tus manos cálidas y afanosas
¡Es un sueño! ¡Un deseo, muy urgente!
Irene Vergara
Derechos de Autor
30 de septiembre 2010
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