sábado, 12 de junio de 2010

PAVOR

PAVOR




Un intenso escalofrío me sacude
cuando siento que la parca acecha,
un vapor grisáceo se escurre sigiloso
debajo de la puerta del delirio.

Mi cuerpo convulsiona.
¡Todo internamente borbotea!
Como un torrente de mil caudales
me recorre toda de pies a cabeza…

Mi cuerpo endurecido, pesa,
como si la carne se volviera roca,
sucumbo al cansancio que produce
y me quedo quieta sintiendo el torbellino
que en mi interior se agita, como un ciclón,
que me desbasta sin piedad ninguna.

Gotas de sudor frio escurren por mi frente
en esa lucha incoherente de aferro a la vida
y la atracción de seguir esa luz que me llama
para terminar con este tormento.

Se empapa mi cuerpo de la angustia que expele.
Los miedos, las angustias, temores que no acaban;
esperanzas que no mueren, cadenas que atan,
dolorosamente se barajan en ese instante.

Un sabor amargo sube espeso desde las entrañas,
y el palpitar acelerado de un corazón que resiste.
la piel húmeda y fría como escarcha, duele,
tratando de detener esa erupción que silenciosa
recorre y carcome como si fuera a detonar.

El pánico que de mí se apodera, ¡Paraliza!
Como una estatua de blanco mármol yazgo…
esa presencia oscura que sin verla, la imagino,
oscilante sonríe macabra a los pies de mi lecho,
deleitándose, esperando paciente, callada…
¡No quiero acompañarte!
-le digo-
¡Vete! Deja que mi quejumbrosa vida fluya
hasta que Dios así lo quiera.



Irene Vergara
Junio 2010


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