sábado, 3 de octubre de 2009

UN DIA MAS...



UN DIA MAS...


Un día mas…
Un día más para dar las gracias por vivir…
Vivir en el encierro que produce el temor,
temor que desencadena tan grande sufrir,
sufrir por recibir en mi vida un gran dolor.

¡Si, me desconozco! De pronto soy una extraña.
La agilidad de costumbre se vuelve torpeza;
para muchos, estado típico de pereza.
Antes… ¡Todo! todo cuanto yo hacía, era hazaña.

Ahora… esta vida fluye de otra manera,
está restringida en un estanque de tristeza
que dolorosa escurre, buscando fortalezas
menos escarpadas de laderas y praderas.

Amedrenta la desconexión de no sentirse,
de no hallarse dentro de la dimensión presente;
es un desdoblarse de la conciencia aparente,
en medio de la cotidianidad, ¡confundirse!

Ahora… el tiempo gradualmente no es el mismo;
transcurre a ratos demasiado lento, pausado;
como si el reloj biológico hubiese fallado
entre la bruma de la angustia y el sincronismo.

Lo dócil, lo flexible, a ratos de torna piedra,
duele tan internamente el cuerpo tensionado.
Otro día pasa…Un día más que desmedra.
Náufrago mutismo, espíritu desalentado.

Y se aferran como imanes, mis pies a la tierra,
necesidad urgente querer estar presente
junto con los míos, y el desaliento me encierra.
Así deambulo por los cuartos… como un ente.

Trato de asimilar esta vida transformada;
es complejo… es difícil… ¡Funesto! ¡Tormentoso!
Sin embargo, de vivir me siento afortunada
pero… con este progresivo mal silencioso.

Irene Del Carmen Vergara

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