martes, 3 de abril de 2012

SENSACIONES TRANSMUTADAS





SENSACIONES TRANSMUTADAS



Atrapada en la intangible red del dolor,
mi cuerpo padece el tormento entre los hilos tensionados,
voy sintiendo la presión sin llegar a comprender qué lo provoca,
desciendo circunspecta el camino a lo profundo, hacia esa oquedad
donde el lamento no rompa la calma aparente y acostumbrada para los
que están en derredor.

Allí vivo las horas brunas, en ese letargo forzado que el somnífero
misericordioso me concede, percibo con agudeza extrema la inten-
sidad de la tortura que me recorre intolerante, y para menguarla,
trato con ahínco de asimilarla con aquellas sensaciones afectivas,
que como un bálsamo curan y entregan sosiego al alma.

Lucho para no perder la conciencia y poder proyectar desde mi
corazón en el negro telón de aquellas horas,
¡La luz que se enciende, cuando pienso en ti!
Despiertan mis receptores sensoriales y toda esa acromática
realidad,se ilumina y aparecen paulatinamente los colores,
con esa pureza del matiz que nos regala el sol de una mañana primaveral.

Con el alba se llena también de sonidos y silencios, el mutismo
donde me encierro; la música que me eleva y me lleva hacia donde
quiero estar y permanecer; ¡A tu lado! Sintiendo tu proximidad…
tu respirar... para que llene este vacío en el que me encuentro.
Allí donde tu voz me toca y se derrama sobre mí, como lluvia de
estrellas que murmuran mi nombre y musitan un te amo perenne,
que vive en mi memoria como antídoto a mi lamento.

Percibo la fragancia que tu ser emana,
el aroma a nardo de tu alma blanca, ¡Que me sahúma y bendice…!

Recreo en mi mente el dulce sabor de tus besos, como la dosis
perfecta que me serena… e imagino un paseo por la superficie
de tu piel impregnada de manjares, que incitan las papilas
dérmicas de mis dedos y mi boca.

Experimento la cálida sensación de tu cuerpo junto al mío,
para apartar el frío que de mí se apodera, soñando que las
caricias de tus manos derriten el hielo que me cubre y paraliza.

Busco el equilibrio en los movimientos de esa danza corpórea,
que nos une y nos fusiona en el mágico momento de la entrega total
del cuerpo y el alma, donde mi ser renace y vive para ti…
esperando que llegue el día que para siempre, estés junto a mí.

¡Bendito amor que mitigas mi dolor!



Irene Vergara
Derechos de Autor
enero 2010