ECO DE UN LAMENTO
Llegan a la memoria los fragmentos,
huellas que se grabaron con ternura
como ráfaga agitan la bravura
del dolor que sacude aterrador.
Magia de adolescencia rutilante
tengo en mi corazón consternado
para neutralizar lo cegado;
que florece inclemente y destructor.
¡Bellos son los pasajes del ayer!
Libre, un hermoso cisne jubiloso
hoy, aletea herido, doloroso;
lucha contra corriente con fervor.
Antes altivo, erguido, presumido;
nada lento, abatido, quejumbroso,
ve tremendo el estanque borrascoso,
sabe que, es su destino abrumador.
Lejos se escuchan risas de contento
¡Cómo quisiera así reír! Resignada
tengo que asimilar, abismada;
ser tan sólo la esencia del pintor,
el alma desprovista de materia
que traza en sus colores sin engaño,
riqueza del humano sin regaño
donde está la entereza del valor.
Ecos de la existencia primorosa
caen como fino tul absorbente,
que recoge el lamento coherente
del cisne moribundo gemidor.
Deja en cada recodo la querencia
como huella de su paso en esta vida,
siempre con la esperanza contenida
que en el agua le viertan sólo amor.
Irene Vergara
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