AMIGO MÍO...
No amigo... lo que hay en mi corazón...
¡No es inquina...! ¡Ni tampoco es rencor!
¡La decepción produce desazón…!
Y solo siento en mi alma, ¡un gran dolor!
La tristeza me nubla la razón,
cuando el fariseo alude al Señor
pidiendo por el mundo su perdón.
¡Devoto inocuo, vil adulador!
Y es tu alma benevolente el remanso
que diluye con amor mi aflicción,
es el centro de tu alma mi descanso.
Es donde emerge la resignación
que en nuestra confraternidad yo transo,
para otorgarle a mi alma sanación.
Irene del Carmen Vergara
Derechos de Autor
Enero 2012
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