SI TÚ NO ESTAS... Navego a la deriva como barca, entre las olas de una álgida noche tenebrosa sin luna y sin estrellas, sin hallar el faro de tu mirar.
Perdida en el absoluto silencio soy taciturna ondina solitaria, que nada al horizonte de los mares, y en tu busca,zozobra ante tu ausencia.
Ruedo arrastrada por el vendaval cual hoja mustia arrojada al vacío, de un lacrimoso y frío día otoñal, desprendida del amor de tus ramas.
Revoloteo torpe entre la hierba lánguida alevilla desorientada, ¡Soy eremita en esta primavera sin vislumbrar la flor de tu sonrisa!
¡Quiero vivir en la luz de tus ojos! En la alegría de tu compañía… Bajo el fogaje fecundo de tu piel y en tu eterna pradera florecida.
Irene Vergara Derechos de Autor 17 de diciembre 2010
¡Muero si no puedo mitigar la tristeza!
Si la indiferencia sopla en mi ventana…
Si el resentimiento le gana a la franqueza
y se llena la vida de indolencia humana.
¡Muero cuando un niño tiene hambre y frio!
Con la soledad y el abandono de un anciano…
Con la injusticia de un corazón vacío
que hiere el alma con su proceder profano.
¡Muero con el atropello de la inocencia!
Que condena, mancillando la pureza.
Con el que anda con la falsa apariencia
de poseer un corazón lleno de nobleza.
¡Muero con la pobreza de los pies descalzos
y la pobreza del espíritu del ser humano!
Con los falsos valores adquiridos como calzos
que hacen del hombre un vil gusano.
¡Muero con la envidia que destila pestilencia!
Con la hipocresía disfrazada de bondad
y con los actos que generan la violencia
y sepultan los deseos de hermandad.
¡Muero con la maldad oculta tras la sonrisa
y con el odio incrementado con afán…
La desesperanza olvidada en la repisa
y la mentira envuelta en papel de celofán.
¡Muero con la cobardía del hombre manejado!
Con la soberbia y la desconfianza…
Cuando el rencor se instala como aliado
y aniquila sin piedad toda esperanza.
¡He ido muriendo de a poco día a día!
Pero partiré con la alegría tallada en mi ataúd,
Descansaré de perseguir la estúpida utopía
de la paz y el amor que proclama la multitud.
Entonces, cuando por fin emprenda el vuelo
y la materia inservible permanezca en la quietud,
¡Mi ser brillará libre, como una estrella en el cielo!
Porque sólo así, dejará para siempre la esclavitud.